lunes, 24 de noviembre de 2014

El Purgatorio



Salida con el objetivo de ascender hasta La Clota en el macizo del Garraf por el Purgatorio, una pista que asciende en fuerte pendiente desde Gavá. La Clota es un llano desde el que es posible tomar diferentes caminos para recorrer el macizo del Garraf.
Castell d'Eramprunyá
La ruta parte de Cornellá de Llobregat para dirigirse por carretera hasta Sant Boi de LLobregat, desde donde se toma la pista que sube a la ermita de Sant Ramón (conato de pinchazo del blogger, hinchado de rueda y el líquido del tubeless hace el resto). Antes de afrontar la fuerte rampa hacia la cima se desvía para, por los caminos de la ladera del Montbaig, llevarnos a cruzar la riera de Sant Climent (1ª caída de ¿te has hecho daño? saliendo por encima del manillar). Tras recorrer un corto tramo de la carretera a Sant Climent de Llobregat se toma el desvío hacia la pista que sube junto a la riera de Salom, bastante poblada por ciclistas  y con un numeroso grupo de cazadores tomando el desayuno antes de empezar la actividad (recogemos al cuñado). Seguimos ascendiendo por pista hasta llegar a un desvío a la izquierda, cerrado por una cadena, (2a caida de ¿te has hecho daño?
saliendo por encima del manillar) para descender por un rápido sendero. Estamos siguiendo un tramo del GR-92. De nuevo en una pista que pronto se abandona para afrontar un ascenso técnico por otro revirado sendero que llevará no poco trabajo superar. Tras cruzar la carretera de Gavá a Begues se sigue una pista que se deja en el depósito de agua Dipósit Vell de la Sentiu para seguir por una trialera que discurre entre los postes eléctricos; un par de veces habrá que bajar de la bici para superar algún escalón, pero son escasos metros.

Siguiendo hacia Can Vinyes llega la subida conocida como el Purgatorio, zona de peregrinaje ciclista, a la sombra de Les Agudes (el frutero ha partido un pasador de la suspensión trasera y no tiene más remedio que volver; ¿te has hecho daño le acompaña). Durante la fuerte ascensión hay algún llano y un corto tramo de bajada que permiten recuperar fuerzas, pero la subida final hasta La Clota vuelve a ser algo dura (en La Clota el bajador dice no estar hoy al 100% y toma el camino sencillo para volver; el recuperación progresiva le acompaña que el accidente de moto está todavía reciente).
Desde aquí se sigue por el sendero, técnico y difícil, que conduce hasta la pista que lleva al Castell d'Eramprunyá; una vez en ella en lugar de dirigirse a él se toma hacia la derecha hasta llegar al camino que acabará de nuevo en Can Vinyes. Es una salvaje trialera llena de escalones de roca, piedras, arena y raíces que obliga a dar todo con las piernas y los brazos; hay tramos vertiginosos y otros que se requiere de buen equilibrio para superarlos. Un castigo físico para los ciclistas y para las bicis. Es un sendero largo (hasta que nos caigamos dice el cuñado) que hacemos prácticamente sin parar e intentando no poner el pie en el suelo; sólo en un par de sitios tenemos que bajar de la bici. Hay que ir tan atento a lo que tenemos delante que pasamos algunos obstáculos sin ver la trazada que hay que hacer luego, y eso en un par de zonas peligrosas nos hace bajar de la bici. En el recorrido se encuentran restos de una masía y algún puente, y muros de lo que debería ser el camino años atrás o márgenes de cultivo: no hay tiempo para mirarlo con detalle y no queremos parar; a pesar de ser una bajada lenta , trialeando, la adrenalina nos lleva en volandas. Vale la pena planear una excursión a pie por esta zona.

Al llegar a Can Vinyes nos encontramos eufóricos, hemos compartido una gran bajada y comentamos, entre bufidos, lo complicados que eran algunos pasos y cómo hubiéramos quedado si llegamos a caer. El camino de vuelta es prácticamente por el mismo sitio que por dónde hemos venido (el cuñado nos deja en Gavá). Algún que otro sendero para variar y bajada por la riera de Sant Climent para evitar la carretera.

La ruta es difícil por el nivel técnico de algunos senderos, y en especial los que se hacen de subida, pero sobre todo por el tramo desde La Clota hasta Can Vinyes. Hay que tener cuidado en ese camino y, si no se conoce, evitar ir sólo si se quiere recorrer entero ya que es algo arriesgado, a pesar de que no es un lugar solitario y es fácil encontrar otros ciclistas o senderistas y "runners".

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Serra de Catllaràs

Los protagonistas
La sierra de Catllaràs, en el prepirineo de la provincia de Barcelona, está situada entre Guardiola de Berguedà y Ripoll. Está incluida en el Pla d'Espais d'Interès Natural (PEIN) de Catalunya por la riqueza natural y ecológica de su entorno y su belleza. La ruta se inicia en La Pobla de Lillet, población unida a la industria del carbón y cemento; el carbón que se extraía de la sierra era transportado a la fábrica de cemento en Castellar de N'Hug a mitad del siglo XX. Viendo y paseando ahora por estos parajes parece inverosímil que hubiera actividad industrial por esta zona, aunque La Pobla de Lillet conserva edificios de la colonia que había en su núcleo urbano.

La Pobla de Lillet al atardecer
La ruta transcurre por algunos de los lugares más interesantes y emblemáticos de la sierra, como el pla de Joc de Pilota, la roca del Joc o la roca de Catllaràs, el xalet del mismo nombre o el mirador la Roca de la LLuna. La señalización durante todo el recorrido es impecable; carteles indicadores y marcas de GR y PR bien conservadas. Aunque llevábamos el track en el GPS no tuvimos que consultarlo en ningún momento; sólo con el mapa y la ayuda de los diferentes hitos fuimos completando la ruta. En los momentos de duda de todas maneras siempre va bien saber el punto en el que nos encontramos y la altura, para situarnos en el mapa.

Cima de El Pedró
Partimos del pueblo con una temperatura considerablemente fresca, pero el camino frente a nosotros justo donde hemos aparcado el coche empieza ya ascendiendo, así que no perdemos el tiempo en ponernos demasiada ropa de abrigo, y mucho menos mi compañero Alex que al cabo de poco ya está en manga corta y los pantalones arremangados.Seguimos el GR 4 por el mismo cordal de la sierra de Falgars entre el bosque, un bonito sendero que nos llevará hasta el santuario de la Mare de Déu de Falgars, donde paramos a echar un vistazo; un bonito rincón, al que se puede llegar por carretera, decorado con los colores de la primavera frente a las montañas de la sierra del Cadí-Moixeró, cubiertas por las nubes.Desde aquí seguimos por el GR 4 dejando a nuestra derecha el GR 4.2, hasta que llegamos a la Roca del Catllaràs, una poderosa y fotogénica roca de un importante tamaño en un prado que en su parte sombría conserva todavía el rocío helado. Aquí encontramos varios carteles que indican diferentes caminos, pero siguiendo por el prado y traspasando la puerta de un cercado se asciende hasta el Pedró, de 1765 mts. La cima está coronada por un vértice geodésico y debido a la niebla no tenemos vista alguna, así que tras echar un vistazo al mapa volvemos hasta le Roca para tomar de nuevo el PR C-52, ante la mirada de los caballos que pastan en el prado del collado.

Serra d'Ensija y Pedraforca desde Roca de Joc.
Desde aquí la ruta cambia de paisaje. Se suceden algunos prados y vemos entre los árboles grandes rocas, hasta que llegamos a un estrecho collado entre el bosque, de escasa altura, que nos deja en el llano Joc de Pilota. Es un lugar acogedor entre un bosque de pinos espectacular con algunas hayas en las zonas más sombrías; nos hacemos las fotos de rigor en una haya monumental marcada en el mapa como tal. Antes de dejar el prado por el PR seguimos unos hitos de piedra que sospechamos llevan a la cima de la Roca de Joc, o de la Devesa Llosana en otros mapas, y efectivamente vamos a dar a su cima por un corto sendero entre hayas y boj y una sencilla y corta trepada. Su cima es un mirador inmejorable, nos llevamos una alegría inesperada; tras seguir prácticamente toda la ruta entre el bosque este mirador es una sorpresa muy agradable. Tenemos la Serra d'Ensija, el Pedraforca y el Comabona en el Cadí hacia el Oeste; frente a nosotros se alza el Moixeró, que aunque cubierto de nubes adivimanos de vez entre ellas Penyes Altes y Tosa d'Alp; hacia el Norte se divisa Castellar de N'Hug, y siguiendo hacia el Este avistamos el Puigmal y la Sierra Cavallera con el Taga. A pesar de las nubes el paisaje es impresionante, nos quedamos un buen rato mirando y haciendo fotos. La cumbre tiene una cruz, con la inevitable bandera "indepe", una virgen y un piolet. Vemos el Pedró tras nosotros hacia el Sur, más alto, pero ésta cima nos ha satisfecho mucho más.

Pedraforca y Costabona a su derecha
El próximo objetivo es la Roca de la Lluna, que alcanzamos siguiendo sin más complicaciones el PR por el bosque. Es un mirador "urbanizado"; escaleras, vallas hechas con troncos, el panel explicativo de la panorámica y un pequeño merendero. Las vistas son prácticamente las mismas que desde la Roca de Joc pero desde menos altura, con el valle y La Pobla de Lillet a nuestros pies. Tras comer en el mirador nos dirigimos hacia el PR de nuevo para ya descender definitivamente hacia el pueblo. Antes pasaremos por el Xalet de Catllaràs; casa de colónias en desuso que anteriormente fue residencia para los trabajadores de las minas de carbón. Y luego otra sorpresa; un llano a los pies del derruído Castillo de Lillet que nos recibe con unos colores otoñales que nos dejan también un buen rato boquiabiertos contemplando el paisaje. El llano está cerrado hacia el Sur por los riscos de Castellsec, con su ladera verde pero salpicada de ríos ocres y rojizos de las hayas y robles. Tras el momento contemplativo reanudamos la marcha para llegar a la circular y pequeña ermita de Sant Miquel, y un poco más abajo al formidable santuario de Santa María de Lillet.
Baño de otoño

Una pista nos deja al cabo de escasamente un kilómetro en el pueblo. Es hora de la cervecita y echar un vistazo a las fotos, valorar y comentar la ruta y estar pensando ya en la siguiente por la zona. Un descubrimiento para ambos el Catllarás que nos deja con ganas de volver. Desde luego mirando el mapa vemos que hay muchas posibilidades, así que seguro que regresamos.

- Oye... y con tanta pista y senderito por aquí salen buenas rutas en BTT...
- Claro, por aquí ya hacen una pedalada, y había señales de un recorrido del centro BTT. ¡La próxima venimos con las bicis!




El siempre especial Pedraforca

martes, 18 de noviembre de 2014

Por Berga

Antigua fotografía del Santuari de Queralt

Berga se encuentra en la comarca del Berguedà en la provincia de Barcelona, situada a los pies de la sierra de Queralt, puerta de entrada a una zona montañosa donde encontraremos las sierras de la Figuerassa, Serra d'Ensija, Rasos de Peguera, macizo del Pedraforca, Picancel, Catllaràs y más allá el Parc de Cadí - Moixeró.  Su situación es ideal para iniciar excursiones tanto a pie como en bicicleta, carretra o BTT. Se organizan un buen número de pruebas deportivas en Berga y en las poblaciones cercanas; y dispone de un patrimonio cultural e histórico muy rico: sólo hay que pasearse por sus calles para darse cuenta. La fiesta de La Patum está declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco.

A pesar de lo anteriormente expuesto, que no por ello, repetimos esta ruta por la zona. La idea era hacer otra no muy lejos de allí, pero en lugar de dirigirnos por la carretera hacia Rasos de Peguera tomamos la de Solsona; cuando nos dimos cuenta dimos media vuelta y decidimos hacer esta excursión que ya conocíamos. Teníamos ganas de andar y descansar de coche.

El recorrido forma parte de la carrera popular Berga - Rasos de Peguera - Berga. Se asciende por la Sierra de la Figuerassa en tramos con fuerte pendiente hasta el mirador de La Figuerassa, con espléndidas vistas hacia el Pantá de la Baells, el Catllaràs, Picancel y más allá. Se recorre el sendero que prácticamente trascurre por todo el cordal de la sierra, orientados hacia el sur y con vistas hacia el valle, hasta descender a la ermita de la Mare de Deu de Corbera.
Moixeró, Tosa d'Alp y a la derecha el Puigmal
Aquí tomamos el sendero de la derecha que ascenderá de forma pronunciada hasta el Coll de Tagast y el Pla de la Bassa (o de la Cresta). Es un lugar con panorámicas vistas hacia el valle, hacia el camino que hemos remontado y la ermita de Corbera y la masía derruida de Can Déu. Y a lo lejos Montserrat, el Montseny, La Mola e incluso Collserola y el reflejo del mar. Día perfecto con una gran visibilidad.

Iniciamos el descenso, entre fósiles si nos fijamos en algunas rocas en el suelo, hacia la Font de Tagast y de nuevo a la ermita, para desviarnos por el PR que nos llevará a Espinalbet, donde cruzaremos la carretera y empezaremos a remontar por obaga la bonita sierra de Queralt hacia el santuario del mismo nombre.

Fósiles marinos. 1900 mts.
El camino es espectacular en esta época otoñal; es una zona de hayas que ya lucen su color ocre antes de perder las hojas, formando una alfombra en el suelo. La humedad, las rocas y el resto del bosque completan el decorado. Cuando llegamos al santuario damos un rápido vistazo, ya que lo conocemos de nuestra anterior visita y queremos esta vez pasar por la pequeña y enriscada ermita de Sant Pere de Madrona, a la que se llega por un camino entre una canal con considerable pendiente. Situada en el extremo de un risco domina todo la Baga de Queralt, el estrecho y húmedo valle entre la sierra de La Figuerassa y la de Queralt. Y frente a nosotros, a más altura y ocupando todo el ancho de la cresta se encuentra el santuario de Queralt que hemos dejado atrás. Desde aquí la visión del mismo es espectacular; realmente no puede ser más ancho porque no hay sitio material para que lo sea.
Otoño
Ahora sólo queda bajar hacia Berga en un sencillo descenso por el trillado sendero, dar un paseo por las viejas calles del casco antiguo y descansar en una terraza con una cerveza bien fría... o un café para el que tenga que conducir de vuelta. A pesar de no ser la excursión que teníamos planeada hemos disfrutado de un día espectacular entre un decorado otoñal que tenemos que seguir aprovechando; dentro de poco estaremos en pleno invierno y los colores rojizos dejarán paso a los grises de los árboles desnudos. No por ello menos llamativo; y la nieve pronto dará otro color y encanto a otros muchos lugares.

martes, 11 de noviembre de 2014

Trail running por el Montbaig

El auge del trail running se contagia. A pesar de que me he resistido a correr, al final he caído; aunque de forma moderada, suave y ocasionalmente. Cuando tenemos poco tiempo para salir en bici, o no podemos cargar con ella cuando salimos fuera, el trail running es una buena opción para seguir haciendo deporte sin demasiadas complicaciones. Y como su nombre indica, por caminos es mucho más divertido y menos agresivo que hacerlo por asfalto; y el hecho de encontrar desniveles cuando lo practicamos en el monte lo hace más exigente.

Cima del Pi de Can Cartró
Aprovechando unas gestiones en Sant Boi, he cargado con mis zapatillas, las mallas cortas y un cortavientos y he decidido recorrer unos parajes que ya conozco de mis rutas en BTT. Así que he ascendido a Sant Ramón, y camino de Sant Antoni he encontrado un sendero que ascendía a El Pi de Can Cartró. Visto que a Sant Antoni no iba a llegar he subido a esta colina, coronada por una cruz y un pino joven sujetado por varios soportes, luchando por crecer en este llano.

De bajada  he tomado una pista que va a parar al Parc de Marianao en Sant Boi, pero me he desviado por un divertido sendero entre el bosque que evita la pista.

1 hora y media de trote por el bosque, en un bonito día con sus nubes amenazantes pero con esos reconfortante claros de sol y buenas vistas hacia Collserola, Barcelona, el valle del Llobregat, La Mola...

viernes, 7 de noviembre de 2014

Pico Monestero

El pico Monestero es vecino del Peguera; de hecho comparten el mismo collado, el de Monestero. Es habitual la ruta para ascender a ambos picos en una sola jornada desde la zona de Espot, Sant Maurici o Vall Fosca. Su ascenso desde el collado de Monestero no presenta demasiadas complicaciones a pesar de que observado desde el collado da otra impresión. Pero una vez empezamos a ascender y tras superar algún paso por el que tenemos que trepar se acaban las dificultades más allá de la fuerte subida.
Temprano por la mañana: Estany Tort, refugio Josep María Blanc, Cresta de l'Avió
Habíamos planeado el ascenso por el collado de la Valleta Seca, así que salimos del refugio Josep María Blanc dirigiéndonos a la presa del Estany Tort para cruzarla por su parte inferior. El camino es agradable, entre ibones que temprano por la mañana parece que tengan un cristal en lugar de agua.
Llevamos un ritmo agradable y llevadero que nos permite ir conversando y observar el entorno. El camino no presenta dificultad técnica alguna y está bien marcado con hitos de piedra que parece no haga mucho que han sido puestos. Pero estamos dejando el Monestero a nuestra derecha, de hecho estamos pasando justo por delante de él, mientras vemos a los sarrios saltar por sus paredes; estamos dejando atrás el collado de la Valleta Seca. Consultamos el mapa y efectivamente hemos dejado el camino que va hacia el collado bastante atrás. Decidimos seguir en lugar de dar marcha atrás ya que el despiste nos ha llevado mucho más allá. El actual nos va a dejar en el collado de Monestero, donde ya estuvimos en la ascensión al Peguera.

Cima del Monestero
En el collado el Monestero nos queda a nuestra derecha (E). El ascenso sólo tiene un par de pasos que nos obligarán a trepar, pero no es ni mucho menos tan técnico ni aéreo como el Peguera, que coronamos el día anterior. Llegamos a una arista y giraremos bruscamente para ascender directos a la cumbre. Ya antes de llegar vemos que hay unas banderolas de oraciones del Tíbet que, a causa del aire, forman un curioso arco, un decorado perfecto para las fotos. Desde la cima las vistas abarcan todo el parque de Aigüestortes y cimas más lejanas hacia el Pirineo Aragonés, como las del macizo de la Maladeta con su glaciar claramente visible; hacia el Pirineo Catalán con el Monteixo y la Pica d'Estats. Parece que el día es incluso más claro que el anterior en el Peguera, ya que el viento hoy ha borrado todo rastro partículas pesadas del aire. La cima ofrece un lugar privilegiado, una silla justo bajo las banderolas tibetanas que parece tallado en la roca expresamente, y que hacia un lado asoma a la impresionante y vertiginosa pared que da al valle, Fangassals de Monestero, con Els Encantats al fondo.

Macizo de la Maladeta al fondo.
El descenso es por la vertiente opuesta a la que hemos ascendido; no adivinamos camino alguno ni hitos que nos indiquen por dónde descender al Coll de la Valleta Seca, así que como lo tenemos a la vista decidimos hacer el recorrido que nos parece mejor para llegar a él. La primera idea era descender por la cara norte hasta Sant Maurici para volver a Espot, pero la fuerte pendiente en plena tartera que vemos desde el collado, los aburridos 4 kilómetros de pista desde Sant Maurici a Espot, y que parece que el camino por el Josep María Blanc y el Estany Tort parece más atractivo, nos hacen decidir dejarlo para otra ocasión y volver al refugio para descender a Espot por donde lo hicimos el día anterior. La verdad es que la elección vale la pena; pasamos por l'Estany Amagat y los Estanys Escondits, bajo un sol espléndido en pleno Noviembre que nos permite hacer tramos del camino en manga corta. El recorrido es tranquilo y silencioso entre lagos y rincones que llaman a quedarse hasta la puesta de sol.

El Encantats y su enforcadura
Cuando llegamos al Estany Tort nos despedimos de este sensacional circo, con las cumbres que hemos coronado al fondo, con el Saburó presidiendo el valle (coronado en una visita anterior por la Vall Fosca con el PECC), la Cresta del Avión a la izquierda, el Muntanyó... y el Estany Tort con el refugio Josep María Blanc (el "refugio pijo") en medio del lago. Es la última postal antes de volver la espalada para descender hacia Espot con la Pica d'Estats y el Monteixo frente a nosotros a lo lejos, entre el bosque de pi negre y con el Estany de Lladres esperándonos para reponer fuerzas con el bocadillo de rigor, los panallets y el vino dulce que nos quedaba.

Dos días espléndidos, recorriendo un valle increíble que bien podría ser una versión del paraíso, con un tiempo excelente y unas vistas sorprendentes. El martes, día de lluvias y ya de vuelta en casa, se me ocurrió mirar en la web del refugio la webcam que da al Estany Tort... y la nieve ya lo cubría todo. Otro paisaje...

Estany de Lladres.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Pico de Peguera

El Pic de Peguera, con sus 2982 metros, es la cima más alta de la pirenaica comarca leridana del Pallars Jussá. Se encuentra en la cabecera de la Vall Fosca hacia el Oste (Torre de Cabdella) y hacia los valles del Monestero y Peguera hacia el Este (Espot).  Preside un circo con montañas próximas a los 3.000 mts ("casitresmiles"), como el Tuc de Saburó y el Pic de Mar. En pleno Parc Nacional d'Aigüestortes y Estany de Sant Maurici es un mirador privilegiado de todo el parque; en días claros, como el que nos tocó, se aprecian las cimas del parque y algunos valles y lagos. Y más allá podremos divisar el macizo de La Maladeta, Posets, Turbón, Cotiella, Besiberris, Ratera, Pica d'Estats, Monteixo... Un sinfín de cimas conocidas, otras que bautizamos por aproximación y otras que requerirían de un experto pirineísta para poner nombre a cada una.

Desde la cima mirando hacia el W. Macizo de la Maladeta con su glaciar a la derecha de la foto
El Peguera es un macizo de bloques de granito que impresiona cuando se ve en la distancia y todavía más cuando nos acercamos a él. La cima, estrecha y expuesta, está en una cresta que recorrerla requiere trepar por grandes bloques de roca y superar pasos expuestos. Y todavía más si
se asciende por el lugar incorrecto y nos pasamos de largo la cima, como nos pasó a nosotros.
Refugio Josep Maria Banc en el Estany Tort

La ruta parte de Espot, donde encontraremos un cartel que indica 3h45m al refugio de Josep Maria Blanc, pero llegamos en poco más de de 2h30m. Ya conocíamos el camino por lo que no nos entretuvimos en hacer fotos a las cascadas, gargantas, árboles, vistas y algún lago que hay en el camino. Llegados al refugio Josep Maria Blanc dejamos el equipaje innecesario y nos dirigimos por el Estany Negre hacia el Collado de Saburó y Monestero. El camino es evidente, bien señalizado. En algunos tramos asciende por fuertes pendientes y en otros llanea junto a los lagos. En un punto determinado el camino se separa y nosotros seguimos el de Coll de Monestero, que divisaremos al cabo de un rato con el claro sendero que llega hasta él en fuerte subida, con el Estany de Peguera y los Estanys Petits de Peguera a sus pies. El collado está a 2.716 metros y al llegar tendremos unas espectaculares vistas hacia la zona de Sant Maurici y Amitges; la vertiente hacia Sant Maurici impresiona por sus verticales paredes que el Peguera y su vecino Monestero dejan caer hacia el valle.

A nuestra izquierda (W) tenemos nuestro objetivo, el Peguera. Su cima está cerca pero la progresión se adivina complicada y técnica aunque divertida. Tras un vistazo a los posibles pasos para alcanzarla ascendemos por el sendero hasta que deja de haber rastro del mismo y seguimos los hitos. Una chimenea parece el paso más evidente para alcanzar la cima, pero otros hitos nos hacen seguir adelante hasta que llegamos a una estrecha canal por la que decidimos ya ascender. Dejamos las mochilas y empezamos a trepar hasta la cima.
Trepando a la cima

La ascensión es expuesta y aérea, con tramos verticales que nos obligan a asegurar bien cada paso que damos. Tras no poco esfuerzo llegamos al final de la trepada y al incorporamos nos damos cuenta que no estamos en la cima, nos la hemos pasado de largo. Para llegar hasta ella progresamos por la cresta entre enormes bloques de granito, trepando de nuevo por pasos expuestos. Cuando llegamos al punto más alto, marcado con un palo y cuatro piedras que lo sostienen y en el que no cabemos los dos de pie, nos dedicamos a contemplar las vistas que nos ofrece este mirador. El día es claro y hace un sol radiante en pleno noviembre, el espectáculo es indescriptible con vistas a 360º. Cimas rojizas y grises de todas las formas y tamaños, sin nieve
todavía excepto el glaciar del Aneto que tenemos frente a nosotros. Pasamos un buen rato situando y conjeturando los picos y valles que vemos, asombrándonos con las formas de unos o la altura de otros; estamos felices tras el esfuerzo que ha valido la pena y el panorama que tenemos ante
nosotros. Además no hace frío y el viento en la cima es escaso por no decir inexistente, inaudito.

Por la cresta hacia la cima
Tras las fotos de rigor iniciamos el descenso, todavía eufóricos y con el nivel de adrenalina por las nubes. Buscamos un lugar más sencillo para descender y vemos que hay unos hitos que llevan a la chimenea que nos pasamos de largo en el ascenso. El descenso es más sencillo, aunque no podemos
Saburó y Monsent de Pallars a
mi espalda.
despistarnos porque hay tramos aéreos y tenemos que destrepar; cualquier tropiezo nos puede llevar a despeñarnos un buen centenar de metros. Tras descender hasta el camino por el que hemos subido tenemos que volver a por las mochilas, así que nos toca remontar unos metros otra vez para recogerlas. Una vez en el collado decidimos que el Monestero mejor lo dejamos para el día siguiente; hemos subido desde Espot y llevamos ya unos 1700 mts de desnivel y unas cuantas horas andando, y el día nos está pidiendo a gritos que nos relajemos junto a un ibón, repongamos fuerzas y nos hagamos una siesta alsol. Así que bajamos hasta el Estany de la Llastra, comemos, brindamos con vino, nos regalamos unos panallets y un trago de vino dulce y nos tumbamos al calor del sol en un paraje inmejorable, en medio del silencioso bullicio de los arroyos, la brisa y alguna chova que pasa volando sobre nosotros.

En la bajada al refugio atajamos tomando el margen izquierdo del Estany de la Llastra; todavía tenemos tiempo de tomar el sol junto al Estany Negre antes de llegar al refugio, donde nos espera una cerveza bien fría, una partida al cinquillo y una cena a base de sopa, butifarra y, para que no falte nada este primero de noviembre, unos panallets y castañas con vino dulce por gentileza de los guardas del refugio Josep Maria Blanc.

Sin duda no será fácil olvidar el Peguera y el resto de la ruta de nuestra memoria.