sábado, 18 de junio de 2016

Turbón y Peña Montañesa

Valle de San Adriá, en el macizo del Turbón

Dos macizos poco conocidos del Pirineo de Huesca son el destino de un fin de semana de Junio que amenazaba tormenta y que cumplió con el pronóstico. No por eso nos privó de ascender a las cimas planeadas.

Por la canal de San Adrián
El Turbón es un macizo en la Ribagorza oscense. Reconocible desde lejos por ser una mole que surge entre sierras más modestas y por su zona superior aparentemente plana y de considerable anchura. Además es un lugar de no pocas leyendas y cuentos populares. En su parte superior alberga un maravilloso valle orientado al norte, con rincones relevantes como los farallones que surgen frente a la cima y que sirve de guarida a los sarrios. En verano algunas zonas del valle forman un manto blanco que no es otra cosa que la escasa flor de nieve que aquí crece en la parte alta del valle. Éste curiosamente apunta directamente al valle que separa el macizo de la Maladeta y el del Posets.

Espectacular paso antes de la cima
La pista hasta la Margalida, por encima de Llert, está en muy mal estado para llegar con el coche. Así que tras el desvío a Esterun lo dejamos y por el PR alcanzamos el refugio. El ascenso por la canal es empinado, con algunos sólo marcados por hitos que es fácil perder. Cuando se ensancha se cruza el barranco y por la vertiente izquierda se llega sin dejar de ascender decididamente al puerto que da acceso al valle. Se trata de llegar a la cima por el corda, así que hay que seguir a la derecha para alcanzarlo por una canal tras una corta trepada.

Cresteando
A partir de aquí se recorre el cordal con vistas al valle y a los 4 puntos cardinales (sin nubes tiene que ser la bomba). A veces asoma el Cotiella, a veces la Maladeta, Peña Montañesa, Posets... pero el camino en si ya es entretenido, divertido, y el espectáculo geológico es impresionante. Algunos tramos exigen trepar, otros estudiar si es mejor rodear ése farallón o superarlo por encima, otros por dónde evitar la nieve o no hacerlo...

Analizando el mejor camino para superar el macizo rocoso
El descenso desde la cima es menos complicado. Hay que seguir hacia el evidente collado, con nieve todavía, y seguir por el camino. El mismo nos lleva sin dificultad hacia el puerto de la Muria para descender hacia el refugio por una fuerte pendiente, que nos destroza las rodillas porque el camino no es nada cómodo.


Powered by Wikiloc

La Fueva al fondo, y la carretera a San Victorian
La Peña Montañesa es el cénit de la sierra Ferrera. La ruta prevista volvía por la faja Toro, pero en un despiste siguiendo el camino más evidente nos llevó a la faja alta.

La cima al sol
Desde el aparcamiento de la ermita del Pilar el camino empieza a ascender de manera decidida, sin tregua, por el bosque y atravesando los Plans, que no lo son por cierto. Una vez superada la canal mayor por su parte superior nos encontramos con un bonito rincón. Una zona de paredes verticales y agujas que sobresalen del camino, un lugar rocoso pero probablemente el más interesante desde que hemos empezado a andar. Después de llanear un poco el camino se encarama por una canal pedregosa hasta la cresta, desde la que deberíamos ya ver el Cotiella y la zona de Ordesa, pero las nubes no descansan y siguen tapando las vistas hacia el N.

Vistas sobre la canal mayor
El descenso es evidente, el camino está a la vista, tanto que no nos dirigimos a la faja Toro, si no al de la faja alta. Este recorre los riscos por su parte superior, sobre las paredes verticales de esta vertiente SE de la sierra. La panorámica abarca el Valle de la Fueva y el río Cinca. Algunos puntos son unos excelentes miradores sobre las paredes que ascienden desde el bosque. El camino no es aéreo ni tiene pasos complicados, pero algún paso lo haremos más seguros si nos agarramos a las ramas de los boj que se encuentran en el trayecto.

Asomados al vacío
El camino vuelve a la zona de los Plans, desde donde se recupera el mismo camino por el que se ha ascendido para llegar al punto de partida.

De regreso



Powered by Wikiloc

miércoles, 1 de junio de 2016

Mulhacen y Veleta

Poqueira
Las previsiones ya lo auguraban: nubes, viento y lluvia que a esa altura se convertiría en nieve. Aún así no era plan quedarse en el el refugio. No estaban previstas tormentas y en algunos momentos el sol se dejaría ver. No eran desde luego las peores previsiones.

Refugio de Poqueira y Veleta entre lasnubes
El primer día el destino es el Veleta partiendo del refugio de Poqueira, al que habíamos llegado el día anterior tras un recorrido de unas dos horas y media desde la central eléctrica de Capileira, donde se encuentra el poblado derruido de la Cebadilla. En él vivieron los trabajadores que en los años 50 del siglo pasado construyeron la central. El poblado constaba incluso de escuela y capilla.

Cara norte del Mulhacen al fondo
Saliendo del refugio se toma el camino frente al mismo que se dirige al O. Desde el refugio se distingue la cima del Veleta y a su lado el Cerro de los Machos, el segundo destino del día en caso de que a la vuelta del primero el tiempo lo permitiera. El camino nos lleva a ascender por el margen izquierdo del Río Seco y algunos neveros empiezan a hacer acto de presencia. En el llano, frente al circo se forman los Crestones de Río Seco, las Lagunas del mismo nombre están escondidas bajo la nieve. Ya hace rato que calzamos los crampones y también que vemos hacia la costa y el O como las nubes van progresando y la lluvia forma las reconocibles cortinas. La borrasca está cada vez más cercana.
Camino del Veleta
A los pies de los Crestones y recorriendo de lado a lado toda la cordillera se adivina bajo la nieve la pista de Trevélez a la estación de Sierra Nevada, afortunadamente cerrada al tráfico. Alcanzamos la pista que discurre a unos 3100 mts y llaneamos ahora en dirección al Veleta bajo unas espectaculares crestas que cierra el valle de N a O. La pista queda a varios metros bajo la nieve y progresamos sobre las pisadas de alguien que, seguro, en días anteriores tuvo más suerte con el tiempo.

La gran cresta al sur del Veleta, las cortinas de lluvia y el mar bajo las nubes.
Llegados a la puerta, una espectacular brecha en los Crestones atravesada por la pista (este portillón parece hecho para la construcción de la misma, como el Portillón de Benasque en el Salvaguardia) nos deja frente al siguiente valle, a los pies del Veleta y con un fuerte y frío viento que nos obliga a abrigarnos más. El Veleta está justo enfrente, pero la lluvia también. Las nubes grises tapan en pocos segundos la cima y el valle de la cuenca del Río seco. Avanzamos pero a escasos metros, frente a un balcón que se abre a nuestra derecha y que deja ver la cara norte del Puntal de la Caldera y del mismo Mulhacén, decidimos abortar la ascensión. La lluvia, en forma gotas heladas, sacude con fuerza y en esta vertiente el viento es muy fuerte.


Antes de descender subimos al cordal, donde mueren los Crestones bajo los que hemos caminado; una zona redondeada, con nieve virgen sin pisar. Desde allí unas fotos a la cara norte de la cordillera y al paisaje que nos rodea y, muy a regañadientes, de vuelta al refugio. Éste itinerario en verano no debe presentar la menor dificultad, siendo escasamente técnico y apto para aquellos con una mínima forma física para el recorrido y desnivel. En invierno es otra cosa. Requiere el uso de crampones y piolet, ropa adecuada y cuidado en el paso bajo los Crestones y más allá de la puerta. Aunque no son pasos aéreos ni expuestos, la inclinación debido a la nieve acumulada es considerable y una caída nos puede hacer descender muchos metros de golpe con el riesgo de chocar con rocas. Si la meteorología, como fue el caso, es adversa y el viento sopla fuerte el nivel de dificultad aumenta.

Hitos al Mulhacén
El segundo día el objetivo era el Mulhacén. La previsión era algo mejor, sin lluvia, sol y nubes. En la cima se pronosticaban rachas máximas de viento de 60 kms/h. Algo aceptable y que permiten ascender, tomar las fotos pertinentes, celebrarlo y bajar. Pero ya la noche en el refugio sonaba mal, con el viento ululando alrededor. A pesar de todo partimos temprano para coronar el punto más alto de la península. Tomando el mismo camino que el día anterior se asciende esta vez por el barranco del Río Mulhacén. La vertiente izquierda la forma el contrafuerte occidental del Mulhacén, y ya se observa como las nubes cubren la cima corriendo sobre ella a gran velocidad. El viento por el camino del río es fuerte, así que arriba no tiene pinta de que sea de 60Kms/h como máximo.
3460 mts. Imposible seguir.
Las nubes están cada vez más bajas a medida que nos acercamos al circo que forman las paredes del Puntal de La Caldera y de Laguna Larga al N, la Loma Pelada al O y el propio Mulhacén al E. Los hitos de piedra se pierden y decidimos seguir unas pisadas, casi borradas, suponemos de quienes el día anterior lograron ascender. Empezamos a progresar por la inclinada loma superando la fuerte pendiente, el fuerte viento y sin ver nada más allá de unos pocos metros. Ya no sabemos qué hay alrededor. El GPS es vital en este tramo. De tanto en tanto nos hundimos en la nieve hasta la cintura pero la esperanza de que las nubes queden en algún momento por debajo nuestro nos hace seguir, testarudos, hacia la cima.
ElVeleta asoma al fondo durante el descenso del Mulhacén
A 3460 mts (la cima son 3479) el paisaje es más fantasmagórico si cabe. Las rocas heladas cubiertas por la nieve, las nubes que a toda velocidad aparecen delante nuestro y la ventisca provocada por la nieve caída la noche anterior nos hace suponer que estamos a un paso del cordal. Sólo queda recorrer unos metros hacia nuestra izquierda para alcanzar la cima. El viento es muy fuerte, el suelo está helado, la visibilidad es casi nula, la ventisca azota con fuerza, y caminar por un cordal sabiendo que a pocos metros hacia el N las paredes del Mulhacén caen casi en picado no hace mucha gracia. Y si alcanzáramos la cima sería para no tener visibilidad, ni siquiera poder hacer una foto y descender rápidamente. Así que ante el riesgo que nos suponen los últimos metros, a 20 metros de alcanzar la cima, a 20 metros de desnivel, decidimos dar media vuelta.
La cabra hispánica se deja ver con facilidad por la zona.
Durante la bajada no amaina el viento, pero sí las nubes, con lo que con mayor visibilidad y algún momento de sol damos un rodeo. Que es el que deberíamos haber seguido para el ascenso, mucho más llevadero al tener menos pendiente. Buscamos el refugio libre de la Caldera para poder descansar y llevarse algo a la boca pero no aparece por ningún lado. Así que a cobijo de unas enormes rocas y con la visita de un acentor alpino, reponemos fuerzas. Al cabo de poco ya nos despojamos de los crampones, la temperatura aumenta, el sol va asomando algún momento, las nubes quedan más altas... el viento no amaina. El refugio ya está a la vista. El guarda del mismo nos dice que se ha acordado de nosotros.

- ¡De 60 kms/h nada! Eso lo hemos tenido aquí abajo. Allí arriba por lo menos 100, que ya suele pasar.