Desde la cima mirando hacia el W. Macizo de la Maladeta con su glaciar a la derecha de la foto |
se asciende por el lugar incorrecto y nos pasamos de largo la cima, como nos pasó a nosotros.
Refugio Josep Maria Banc en el Estany Tort |
La ruta parte de Espot, donde encontraremos un cartel que indica 3h45m al refugio de Josep Maria Blanc, pero llegamos en poco más de de 2h30m. Ya conocíamos el camino por lo que no nos entretuvimos en hacer fotos a las cascadas, gargantas, árboles, vistas y algún lago que hay en el camino. Llegados al refugio Josep Maria Blanc dejamos el equipaje innecesario y nos dirigimos por el Estany Negre hacia el Collado de Saburó y Monestero. El camino es evidente, bien señalizado. En algunos tramos asciende por fuertes pendientes y en otros llanea junto a los lagos. En un punto determinado el camino se separa y nosotros seguimos el de Coll de Monestero, que divisaremos al cabo de un rato con el claro sendero que llega hasta él en fuerte subida, con el Estany de Peguera y los Estanys Petits de Peguera a sus pies. El collado está a 2.716 metros y al llegar tendremos unas espectaculares vistas hacia la zona de Sant Maurici y Amitges; la vertiente hacia Sant Maurici impresiona por sus verticales paredes que el Peguera y su vecino Monestero dejan caer hacia el valle.
A nuestra izquierda (W) tenemos nuestro objetivo, el Peguera. Su cima está cerca pero la progresión se adivina complicada y técnica aunque divertida. Tras un vistazo a los posibles pasos para alcanzarla ascendemos por el sendero hasta que deja de haber rastro del mismo y seguimos los hitos. Una chimenea parece el paso más evidente para alcanzar la cima, pero otros hitos nos hacen seguir adelante hasta que llegamos a una estrecha canal por la que decidimos ya ascender. Dejamos las mochilas y empezamos a trepar hasta la cima.
Trepando a la cima |
La ascensión es expuesta y aérea, con tramos verticales que nos obligan a asegurar bien cada paso que damos. Tras no poco esfuerzo llegamos al final de la trepada y al incorporamos nos damos cuenta que no estamos en la cima, nos la hemos pasado de largo. Para llegar hasta ella progresamos por la cresta entre enormes bloques de granito, trepando de nuevo por pasos expuestos. Cuando llegamos al punto más alto, marcado con un palo y cuatro piedras que lo sostienen y en el que no cabemos los dos de pie, nos dedicamos a contemplar las vistas que nos ofrece este mirador. El día es claro y hace un sol radiante en pleno noviembre, el espectáculo es indescriptible con vistas a 360º. Cimas rojizas y grises de todas las formas y tamaños, sin nieve
todavía excepto el glaciar del Aneto que tenemos frente a nosotros. Pasamos un buen rato situando y conjeturando los picos y valles que vemos, asombrándonos con las formas de unos o la altura de otros; estamos felices tras el esfuerzo que ha valido la pena y el panorama que tenemos ante
nosotros. Además no hace frío y el viento en la cima es escaso por no decir inexistente, inaudito.
Por la cresta hacia la cima |
Saburó y Monsent de Pallars a mi espalda. |
En la bajada al refugio atajamos tomando el margen izquierdo del Estany de la Llastra; todavía tenemos tiempo de tomar el sol junto al Estany Negre antes de llegar al refugio, donde nos espera una cerveza bien fría, una partida al cinquillo y una cena a base de sopa, butifarra y, para que no falte nada este primero de noviembre, unos panallets y castañas con vino dulce por gentileza de los guardas del refugio Josep Maria Blanc.
Sin duda no será fácil olvidar el Peguera y el resto de la ruta de nuestra memoria.
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